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La noche llega y a su paso aumenta el atractivo de las sombras y el dulce letargo.
En la oscuridad, el aire exuda una fragancia metafórica, suave y rica.
Algunas flores ofrecen a la noche cosas que durante el día se obstinan en negar.
Los ruidos se desvanecen y se escuchan susurros, las formas se difuminan y las líneas se fusionan.
La oscuridad tiembla, profunda y peligrosa. Da origen a una sensación de tranquilidad y miedo tumultuoso.
Pienso en Zelda marchando hacia su tierna noche y en su dulce locura, para partir, dejando atrás la luz cegadora y brutal de la realidad.
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